La obra de teatro Run baby Run nos hace reflexionar sobre los límites en el deporte

El pasado día 19 de marzo tuvimos la suerte de asistir al estreno de la obra de teatro Run Baby Run que se presentó en la Sala Margarita Xirgu en el Teatro Español de Madrid. Aunque siempre es placentero ver y consumir algo de cultura y es un buen cierre a un día de trabajo duro en la oficina, la obra nos dejó algo removidas e invitó a la reflexión. 

La obra de teatro comienza con una puesta en escena sobria, al estilo gallego, con una corredora calentando sin parar en una pista de atletismo, sin embargo, todo se vuelve gris cuando aparece en escena la exentrenadora de la atleta, es ahí cuando comienza la agonía de la deportista al recordar su carrera deportiva. 

La exitosa carrera de Alba Loureiro (protagonista y actriz principal) se ve truncada después de que salga a la luz un resultado “muy particular” en uno de los controles rutinarios que realiza el TAS (Tribunal de arbitraje deportivo) durante la carrera en la que se proclama campeona del mundo, logro jamás conseguido con anterioridad en España. Dichos análisis revelan que tiene los niveles de testosterona superiores a los que permite la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) en categoría femenina. 

La puesta en escena comienza a endurecerse, aparece el acoso mediático a la deportista cuestionando su género, el dopping empieza a vislumbrarse, la Federación Española e Internacional la obliga a medicarse para bajar la testosterona que posee, porque solo así puede participar en unos juegos olímpicos, la atleta comienza a preguntarse quién es ELLA si no corre, pero tiene claro que es una mujer, y de pronto aparece en escena la intersexualidad y cómo afecta a la práctica deportiva femenina.

Si tener más testosterona que tus contrincantes es o no una ventaja competitiva en el mundo del atletismo, creo que no son las líneas adecuadas para abrir este debate, pero si lo son denunciar el trato cruel, incluso vejatorio, que la deportista recibió por parte de federaciones, el TAS y su propia entrenadora. Tanto fue así que luchó durante más de 20 meses por demostrar su inocencia por dopaje y defendió su derecho a ser mujer y a preservar su intimidad, eso sí le costó la carrera deportiva por no querer entrar al trapo con medicaciones impuestas y verificaciones de sexo mediante examen físico o test citogenéticos (proceso por el cual se analizan las células de una muestra para identificar cambios en los cromosomas, incluso cromosomas rotos, faltantes, sobrantes o reordenamientos de cromosomas) para comprobar si era o no mujer.  

Después de más de veinte años trabajando junto a su entrenadora para ser la mejor velocista y poder llegar a unos juegos olímpicos… Alba decide romper la relación con quién fue hasta el momento su amiga, confidente, coach y casi madre. Ambas tenían visiones muy diferentes sobre los límites en el deporte y la posición que debía ocupar la deportista en este entramado de burocracia y caza de brujas. Decide que es el momento de denunciar su situación y enfrentarse a la RFEA y a la IAAF:

“No por mi, si no por las demás que vendrán detrás”

A pesar de que esta historia ya nos resulta familiar, el caso de surafricana Caster Semenya es posiblemente uno de los más sonados en los últimos años, nos remueve y nos hace plantearnos constantemente si el mundo del deporte a veces pierde la perspectiva y se olvida de que quien realiza la práctica deportiva es un ser humano, sin embargo, hemos de resaltar que el final deja un halo de esperanza a las que como nosotras promovemos un cambio en el ámbito deportivo. 

Cabe espacio a la reflexión por parte de una entrenadora que en el pasado no fue capaz de romper con las normas establecidas y priorizar la salud y buen trato hacia su deportista y que se presenta ante su amiga, confidente y alumna con un “perdón, mi actitud no fue la que esperabas, nunca debí dejarte de lado, he vuelto para ENTENDERTE” es sin lugar a duda el mejor de los cierres a una situación que por desgracia se repite más de lo que nos gustaría.

La retrospección, revisar la conducta como entrenador, formarte en buen trato, prevención y actuación frente a la violencia o la discriminación, conocer los códigos éticos y de conducta de clubes y federaciones, romper con los mitos establecidos en el mundo del deporte y priorizar siempre la salvaguarda, salud e integridad del deportista al que diriges y guías para que consiga sus objetivos, son solo algunos de los aspectos que están en nuestras manos para que el mundo del deporte crezca, avance, mejore, pero sobre todo CAMBIE hacia el lado correcto. 

Ficha técnica de la obra

Autora: Fátima Delgado. Directora: Jana Pacheco. Intérpretes: Alba Loureiro, Camila Bossa, Celina Fernández Ponte y Daniel Méndez. Teatro Español (Sala Margarita Xirgu), Madrid. Hasta el 24 de marzo de 2024